
Habia una vez tres croquetas. La croqueta japonesa, la croqueta "las musas está en el centro" y la croqueta interruptor.
Un día decidieron buscar una freidora para empanarse y freirse juntos, ya eran croquetas rebozadas y bueno, es hora de buscarse su propia freidora ¿no?.
La croqueta japonesa ya tiene freidora, de marca y muy bien situada, cerca del microondas, de la nevera, lavavajillas, etc... pero le atrae la idea de rebozarse junto a sus amigas croquetas, además de que el aceite de su freidora esta un poco quemado y necesita cambiarlo. La croqueta "las musas está en el centro" no para de buscar freidoras, acojedoras si, pero más cerca del water que del microondas. Y bueno, ya que tienen la posibilidad de elegir, pues las croquetas interruptor y japonesa, prefieren otra cosa.
Fuertes sacudidas sarteneras, refrituras con aceite de semilla, varios días en la nevera, enfrentamientos con bellotas asesinas... mil y una adversidades sufrieron hasta encontrar, la que parecía su freidora perfecta. Amplia, luminosa, cerca del fregadero, nevera y demás... quiza un poco cara, si, pero estaban dispuestos a asumir riesgos, a pesar de que la cocinera, no era de su agrado.
Despues de mucho pensar, decidieron tirarse al aceite hirviendo... peeeeero, de repente la cocinera empezo a pedirles más jamon, más bechamel y bueno, que si la freidora se estropea, ella no quiere saber nada, deben ser las croquetas, quienes la arreglen.
Al final, la cocinera acabo por tocarle las croquetillas a las croquetas, que se quedaron sin freidora, desilusionadas, derrotadas y sin animos de volver a empezar otra vez a pasar adversidades.
Menos mal que la croqueta ingeniera me hace olvidar estos malos tragos.